No vayas a confundirte: Todavía tengo en mente la Canon EOS 5D MkIV, por si me la quieres regalar. Pero, poco a poco, me está dando la impresión de que nunca me la compraré…
Por un lado, las cámaras CSC (de objetivo intercambiable, pero sin espejo) están evolucionando rápidamente, hasta el punto de que el único inconveniente parece ser, ahora, el riesgo de exponer el sensor a golpes o daños al cambiar el objetivo. Los tamaños de sensor ya son similares, así como la resolución y la funcionalidad avanzada (al menos, la que utilizo yo). Así que la idea de llevar algo menos de peso colgado del cuello me resulta cada vez más atractiva…
En mi caso, hasta que Canon lance la cámara «EOS R» (CSC de fotograma completo), me tendría que fijar en la EOS M5, aunque por características es más cercana a mi cámara actual, la 80D. Por ahora, no me vale la pena el cambio.
Pero, por otro lado, estoy descubriendo la fotografía con el teléfono móvil (tarde, ya lo sé, pero con mis motivos). Y es que, en mis últimas vacaciones en España, me compré un Xiaomi relativamente nuevo (Xiaomi no tiene tienda física en Alemania, y los precios son algo más elevados), el Redmi Note 5, que me está demostrando hasta dónde se puede llegar con un móvil de gama media, siempre que el procesador (Un Snapdragon 636 de Qualcomm) tenga un par de «trucos» en la manga.
Pero hay otro motivo más. Nunca me gustó que el aparato hiciese los ajustes por mi (cámara, móvil, o lo que sea). Me gusta decidir qué aspecto final tendrá cada fotografía, para darle un toque más personal. Así que lo que hacía hasta ahora era, como puede que sepas si me sigues en esta web, pasar las fotos a mi ordenador y editarlas con GIMP, antes de usarlas. Y entonces me crucé (de nuevo) con Instagram (sígueme en Instagram aquí). Ya lo conocía, y había un par de cosas que me irritaban: El que forzasen a utilizar el formato cuadrado (que se «carga» muchas fotos) y el que dispusiesen de un conjunto limitado de filtros – que seguramente no se ajustarían a mis gustos.
Durante unos meses, mi forma de trabajar con Instagram fue pesada: Bajaba las fotos al ordenador, las editaba, y luego las compartía desde el móvil o la tablet.
Llegué a buscar versiones de GIMP que pudiese utilizar en mi tablet, pero las que encontré no me convencieron. Unas eran adaptaciones directas (que no aprovechaban las características táctiles de la tablet), complicadas de utilizar. Otras, eran muy limitadas y se «colgaban» frecuentemente. Y entonces es cuando me crucé con Snapseed.
Snapseed me ha devuelto la fe (ejem) en los dispositivos móviles. Desarrollada por Google (lo que me asegura la compatibilidad con todos mis dispositivos, según «G»), tiene la mayoría de opciones que busco en un programa de edición, como por ejemplo el ajuste de temperatura de color, balance de blancos, niveles y curvas, viñeteados, grano de película, o diferentes opciones de conversión a blanco y negro (y no sólo una), incluyendo efectos de filtros de color tradicionales. Y todo eso en mi móvil. Ya no tengo que transferir archivos arriba y abajo.
Sigo probando nuevas opciones, y debo admitir que me gusta trabajar con Snapseed en el móvil. Si me sigues en Instagram, debes saber que las últimas fotos que he subido las he editado con ese programa. Si encuentro el momento, podría incluso escribir uno de mis manuales, dedicado a esta aplicación… pero sólo pensar en las capturas de pantalla ya me pone los pelos de punta.
En cualquier caso, ¿Significa eso que dejaré de ir a todas partes con mi cámara SLR al hombro? No lo sé todavía, ya veremos… Por si acaso, sígueme en Instagram y vuelve por esta web…
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